domingo, 5 de febrero de 2012

Hoy, he acabado con todo.

Primer día.

Me encuentro de nuevo en mi primera habitación, esta vez algo cambiada. Sigue sin tener muebles, sigue siendo tan oscura, seguía siendo tan estrambótica como siempre. Esta vez no había ventanas, sólo una pequeña rendija de ventilación y un pequeño agujero que me permite ver el exterior.


Si me pongo a curiosear, diviso una gran capa de muros con pinchos afilados que impiden entrar o salir a nadie.
Volví a mi sitio, se estaba bien aquí, aunque nisiquiera oigo a mis vecinos, este lugar ya no me da miedo. Realmente se está bien. Me pregunto dónde estará la luz. Aunque, realmente, ya no me importa.


Me encuentro demasiado bien aquí, ¿Será una ilusión? No, no es una ilusión.
Estoy solo y me gusta, jamás me había encontrado tan perfectamente.


Mi alegría no duró mucho. Apareció una luz roja que me recordaba mucho a la luz azul que había perseguido tanto. Era ella. Sin embargo, ahora quemaba, me hacía daño, no sé cómo logró entrar. Cerré los ojos y grité.


Alguien llegó por una de las paredes. Un ser oscuro. Un esqueleto, ¿La muerte? Se parecía a ella, pero no era la muerte, era algo que incluso su presencia inculcaba respeto. La luz se fue.


Gracias a ese ser estaba bien, ya no quería volver a ver ni a oir nada respecto a la luz. Tapé con tablas el agujero para no volver a ver nada del exterior, y noté cómo grandes ramas cubrían de capas mi casa impidiendo que nada pudise entrar o salir.


Tal fué mi sorpresa cuando ése ser empezó a mirarme y a reírse de mí. ¿Qué ocurría? Se suponía que él me había salvado, ¿Por qué ahora actuaba así? Ya no me gustaba, le dije varias veces que se fuese, pero no se iba, entonces, empecé a llorar.


Lloraba y lloraba, no paraba de llorar, la tristeza se apoderaba de mí, y esta tristeza pronto se convirtió en dolor. Empezó a pegarme con una maza con varios clavos pegados. Había sangre en el suelo, era mi sangre. Estaba desangrándome. ¿Por qué? ¿Por qué? No dejaba de preguntármelo. Supongo que me lo merecía, aunque no sabía por qué..


Me cansé, me levanté y, con toda mi rabia, le quité el mazo y le pegué. Estaba furioso y cansado. Mi dolor se convirtió en rabia, y la rabia me hacía llorar del dolor que sentía por dentro.


¿Era mucho pedir que toda emoción me dejase en paz? No quería más emociones, no quería a nada ni nadie, quería estar sólo.

Segundo día.

Hoy, me he despertado en la misma habitación, parece que todo se ha despejado, parece que no hay nada ni nadie. Aunque sigo teniendo ese sentimiento de vacío, un sentimiento amargo, un sentimiento de culpa, me duele, me hace daño, estoy triste. 
Parece que no voy a poder salir de aquí, es posible que no vuelva a salir de aquí, y tampoco me interesa salir de aquí.
Voy a quedarme por siempre, jamás saldré. Una gran coraza de inemociones me protege, ya no volveré a cometer más errores. No cometeré ningún error. Nunca más.

Tercer día.

Ha pasado mucho tiempo, ya no tiene sentido seguir aquí. Aunque tampoco lo tiene salir, así que he decidido acabar con todo. A penas puedo moverme.
Hay una estaca a mi lado, es bastante grande, con un poco de fuerza podría atravesar la pared y toda la coraza, pero no haré eso, preferiré quedarme aquí. Voy a acabar con todo.


Cojo la estaca, y con las pocas fuerzas que me quedan, me la clavo en el pecho.
Duele, pero me reconforta saber que he acabado con todo, me reconforta saber que ya no tendré más problemas. Me reconforta saber que ninguna luz podrá entrar por la gran coraza  que me protege.
Me reconforta saber que esta vez nada ni nadie me salvará.
Me reconforta saberlo.

Hoy, he acabado con todo. ~