martes, 29 de noviembre de 2011

Perdido.

No sé como ni cuándo he llegado hasta aquí, más, no sé exáctamente dónde estoy, lo único que sé es que me he perdido.
Parece que soy la única eistencia aquí, este lugar tiene pinta de no haber sido pisado por un ser al menos humano en toda su existencia.


Camino hasta la orilla del oscuro mar, en el que una luna que parece irradiar luz propia, es la única luz que pobla el lugar, creando una puesta de sol sin sol, sino con luna.


Un cielo cubierto de oscuras nubes que tapan parte de la extraña y enorme luna, y un mar oscuro que delimita la orilla de una playa gris, en el que la arena no se pega al cuerpo, sino que se desliza hasta reunirse de nuevo con la demás arena.
Si me doy la vuelta, veo tras de mí un bosque de rocas espinosas, y a los lados una pared de rocas, por la que no se puede trepar por ser demasiado liso y fuerte como para clavar algo, siquiera se vé que hay al otro lado.
Si intento retroceder hacia el bbosque de espinas, moriré desangrado a causa de los profundos cortes que me podría hacer.
Si me quedo aquí, posiblemente muera de hambre, y si intento atravesar el mar, me ahogaré.


Haga lo que haga moriré. No tiene sentido escapar de la muerte, así que no intentaré atravesar la pared rocosa. No tiene sentido volver atrás, pues no sé si fue por este camino por el que llegué hasta aquí. Tampoco tiene sentido morir agonizando con la esperanza y con el esfuerzo de seguir vivo si atravieso el mar.
Sólo puedo quedarme a esperar que venga la muerte hasta mí, observando una puesta de luna sobre un mar de sangre.
Me acabaré muriendo de hambre, y sufriré más aún de forma prolongada, he encontrado otra forma de no sufrir.
Hay una espina en el suelo, clavada en la arena, sobresaliendo del suelo gris. Yo traeré hasta mí la muerte, no la voy a esperar.
El corte que me acabo de hacer ha hecho que la estabilidad entre la vida y la muerte hayan ambiado. Estoy tumbado sobre la arena gris, observando una puesta de luna que no tiene fin. Ha comenzado a llover.


Tengo frío.

lunes, 28 de noviembre de 2011

El Ser Que Más Me Odia

Yo era feliz, y de hecho, creo que aún lo soy, tengo razones para serlo, y para seguir siéndolo.
No obstante, hace poco, mi felicidad se redujo por culpa de un ser irracional, inmundo, sin sentimiento alguno de culpa; un ser que, haga lo que haga, pase lo que pase, no hace más que intentar romper mi felicidad, mi razón de existencia.
Este ser se interpone día a día entre mi felicidad y yo, pero esta vez ha estado a punto de conseguirlo.
No entiendo muy bien por qué, pero este ser que al parecer no merece la existencia, sigue aún molestándome. No entiendo por qué este ser, que todo destruye, no destruyo lo que es suyo, sus razones de existencia, su felicidad. No entiendo por qué aún existen seres como este en el mundo.
Es un experto del dolor, lo transmite a todas las personas a las que quiere hacer daño, y la felicidad que tenían la transforma en una depresión que extingue el sentimiento.
Este ser, que sólo trae problemas, hagas lo que hagas, siempre estará ahí para hacerte la vida amarga, depresiva e imposible. Es el ser que consigue hacer de la vida un infierno y de la muerte la liberación.
Este ser, si algún día lee esto, seguramente adivinará que se trata de él. Es por esto que le pido por favor y educadamente que deje de interponerse entre mi felicidad y yo, por que quiero seguir siendo feliz, con la felicidad que tengo ahora. De lo contrario, sentirá lo que yo he sentido todos los días al verte, y al sufrir tus dolorosos ataques. Debes saber que vas a ser tratado al igual que tratas a los demás, y que todo esto es cierto. Por favor, plantéate tu dolorosa existencia.
Gracias por leer.